Se trata de una mansión de tres plantas, rodeada de un exuberante jardín decorado con varias fuentes. También tiene una piscina interior, donde todavía flotan algunos juguetes de plástico que pertenecían a sus hijos, un gimnasio, una casa para invitados y una cocina de lujo.Situada en el distrito de Fashloom, al este de Trípoli, su residencia ha sido bautizada por algunos como el "palacio de la prostituta", según publica 'The Times'.
La piscina cubierta. | AP
"No puedo creer que alguien viva de esta manera. Quizás en Beverly Hills, pero no en Libia", explica uno de los vecinos que entró en la mansión.
Dentro, la casa está decorada con lámparas lujosas y todo el suelo está compuesto de mármol. Debajo de una gran escalera de caracol reposa el ya famoso sofá dorado en forma de sirena y con la cara de Aisha.
Al entrar en el dormitorio principal "te quedabas sin aire", explica el reportero del periódico británico. En el centro, una gigantesca cama doble,
sobre la que los vecinos no dudaron en saltar.
Aisha también disfrutaba de un vestidor y no le bastaba con tener un solo baño, sino que dentro de su habitación tenía dos: uno para hombres y otro para mujeres.
La residencia ha sido destrozada. Las revistas extranjeras que Aisha leía, los libros (sobre Osama bin Laden u otro titulado 'Cómo llegaron al poder los líderes árabes'), los diarios (como una copia de 'The Sunday Telegraph' de octubre de 2010) y algunos DVDs (entre los que destaca uno de ejercicios de Cindy Crawford) han sido examinados por los vecinos del barrio.
Antes de que comenzaran las revueltas en Libia, Aisha Gadafi no salía de su mansión, no hablaba con los residentes. Su domicilio estaba vigilado las 24 horas del día y Gadafi ordenó que aquellas ventanas que dieran a la residencia de su hija estuvieran cerradas permanentemente, si los residentes no querían enfrentarse a una pena de encarcelamiento.
Ahora, sobre las paredes de la mansión se pueden leer lemas como "Libia es libre" o "Esta casa pertenece al pueblo"
EL MUNDO.ES
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