Los extremos a los que están llegando algunos sectores oficiales lindan ya con el cretinismo clínico. La Guardia Nacional, una vez, y el Ejército, la otra, detuvieron sendas caravanas que llevaban auxilio a los damnificados de Falcón, uno de los estados que más duramente han sido castigados por el embate de las lluvias.
La primera vez fue una caravana de camiones de Polar, cuyo paso fue impedido y cuya carga de alimentos fue confiscada por los militares.
La siguiente vez le tocó el turno a un grupo de vehículos organizado por el partido Voluntad Popular, también impedido de llegar a su destino, detenidos durante unas horas sus participantes en un cuartel de Coro y confiscado, es decir, robado, el cargamento.
¿De dónde parten órdenes tan estúpidas? ¿Quién es el responsable de tamaña idiotez? El oficial a cargo de la operación contra la caravana dirigida por Leopoldo López le reconoció, en voz baja, que todo aquello era una insensatez pero que él debía cumplir "órdenes superiores".
¿Quién es el "superior" que las dicta? ¿Rangel Silva? ¿El Aissami? ¿Quién diablos, en horas de tragedia, cuando toda ayuda debe ser bienvenida y estimulada, cuando todo sectarismo debe ser depuesto, porque las lluvias y las inundaciones, como dijera Ismael García, no distinguen entre chavistas y no chavistas, puede llevar el sectarismo político hasta el punto de impedir que toda persona u organización ajena al gobierno, que quiera y pueda ayudar lo haga?
Una de las cosas maravillosas de nuestro pueblo es que cuando el desastre natural toca a nuestras puertas, todo el mundo mete el hombro. El deslave de Vargas fue la mejor demostración de ello. Ahora resulta que la solidaridad también quiere ser expropiada por la "revolución".
Tal Cual Digital
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