miércoles, 16 de marzo de 2011

"No estamos preparados para un sismo que puede estar cerca"

"Las estadísticas nos dicen que podemos preocuparnos por la ocurrencia de un sismo en Caracas"

Carlos Genatios asume la hecatombe japonesa como una oportunidad, si no para alarmar, sí para despertar conciencia sobre la forma de sortear la inevitabilidad de los terremotos y aminorar al máximo sus efectos, a veces devastadores y más aún en países donde impera la pobreza. Doctor en Ingeniería Estructural y Sismo Resistente, Genatios cultiva una sensibilidad, que más allá del aspecto científico técnico, le permite una comprensión global de los fenómenos naturales A punto de ingresar a la Academia de la Ingeniería y el Hábitat, Genatios advierte sobre la relativa proximidad de un sismo en Caracas o la zona central del país, a la espera de que el alerta saque al país de la pasividad cuando se trata de adelantarse a las catástrofes.

-¿Puede ocurrir en Caracas un terremoto de la magnitud que tuvo el de Japón?

-En Venezuela la amenaza sísmica no llega a las magnitudes del terremoto en Japón, ubicado en zonas del Pacífico donde suelen ocurrir este tipo de eventos. Los sismos de mayor magnitud registrados en el país están por el orden de los 7 grados, semejantes al ocurrido en Haití el año pasado. Pero un sismo de 8.9, como el de Japón, es difícil de imaginar.

-¿No serían infinitamente mayores los daños aquí en Venezuela?

-Para que ocurra un desastre necesitas la confluencia de dos elementos: la amenaza sísmica y la vulnerabilidad urbana, social y estructural. En Venezuela, si bien la amenaza no es tan grande como en Japón, la vulnerabilidad es mucho mayor. Entonces las consecuencias pueden ser iguales o peores.

-¿No se trata, en el fondo, de un problema global de desarrollo?

-El primer elemento de la vulnerabilidad es la pobreza. Entendida esta no sólo desde la perspectiva económica, sino también como un problema del tejido social del país. Es decir, la educación, la capacidad de desarrollo de los ciudadanos y de las instituciones se estremecen cuando ocurre un sismo y por ahí sale a relucir la vulnerabilidad del sistema.

-¿Es imposible establecer políticas preventivos sin resolver problemas estructurales como la pobreza?

-Se pueden tomar medidas, pero para construir una solución debes actuar en todos los órdenes: en la integración de los sistemas educativos, de salud, de emergencias, de acueductos y cloacas, de vialidad, de la organización de las comunidades. Y allí el riesgo es un elemento transversal que debe atender todos esos sectores. Se requiere también sectores de punta que hagan la investigación y garanticen que las casas y edificios soporten los terremotos y se apliquen las normativas necesarias.

-Todo un programa de Gobierno.

-El problema fundamental es que más del 50% de la población habita en viviendas autoconstruidas que son, o han sido, ranchos y por tanto desprovistas de elementos resistentes que les confiera seguridad par resistir el impacto de un terremoto.

-Pero en el terremoto de 1967 la mayor parte de las afectaciones se produjeron en sectores de la clase media, básicamente edificios.

-Varias razones lo explican. Primero, el del 67 no es el sismo más importante que uno pueda esperar en Caracas. Podrían ocurrir sismos de mucha mayor magnitud. Luego, la ocupación de los sectores populares de Caracas era muy distinta y ocupaban terrenos que no eran tan inestables como ahora. No existía la actual extensión de barrios de ahora, la mayoría de los ranchos era de un piso y éstos se consideraban como una vivienda de transición porque mucha gente accedía a residencias más sólidas. Hoy las casas de los barrios pueden llegar a tener hasta 8 pisos. Se han convertido en una forma de vida e incluso de subsistencia (alquiler).

-¿Qué pasaría, entonces, si ocurre un sismo de la misma magnitud del 67?

-Puede ser mayor que ese, o menor, pero un sismo como el del 67 tendría consecuencias muy graves. Caería una gran cantidad de ranchos. Creo, guardando las distancias, que debemos vernos en el espejo de Haití. Afortunadamente no estamos tan mal. Casi la mitad de nuestra población reside en viviendas en cuya construcción se han incorporado una serie de elementos técnicos que evitarían o mitigarían daños a la hora de un movimiento sísmico. Pero podríamos tener una catástrofe en Caracas y otras ciudades del país si ocurre un sismo importante. Y no sólo caerían los ranchos, sino que sería imposible sacar gente que quede atrapada porque carecemos de una vialidad, en los barrios, que permita el desplazamiento de grúas y ambulancias. Así, escucharíamos, impotentes, el quejido, que se iría apagando, de gente que quedó atrapada entre los restos de las viviendas.

-En otras palabras, no estamos preparados para un evento de esa naturaleza.

-No estamos preparados y si poseemos algunos elementos, aún se impone la vulnerabilidad social, la pobreza, la división social y la falta de programas para superar estos males. Creo, sin embargo, que se es posible la reurbanización de los barrios, la dotación de servicios, el desalojo de las zonas de mayor vulnerabilidad y la organización de las comunidades.

-¿Se puede medir el daño que se genere según el grado de magnitud de un eventual sismo?

-Existen mecanismos de simulación que permiten señalar los primeros ranchos en caer en función de la magnitud del sismo y en qué zonas.

-¿Cuáles son esas zonas?

-En todos los barrios observamos zonas peligrosísimas, pero hay sistemas utilizados en otros países que se adaptan a las características del país. Nosotros hemos desarrollado algunos modelos que se le pueden entregar a las alcaldías para que puedan hacer evaluaciones en función de la calidad de las viviendas y sea posible detectar, en los barrios (Petare, oeste de la ciudad), las viviendas más vulnerables. En Venezuela eso no se ha hecho. Tenemos los modelos, pero el trabajo evaluativo de los sectores populares está por hacerse.

-¿Quién debe hacerlo?

-Las alcaldías deben llevar adelante esos proyectos en coordinación con un organismos del Gobierno central. Pero aquí nos topamos con el conflicto entre las instituciones. Cuando un Gobierno central pretende asumir todas las funciones, es imposible resolver este tipo de problemas. El poder central puede crear condiciones y desarrollar los principales programas, pero luego debe trabajar con todas las alcaldías porque en cada una de éstas debe haber un programa de manejo de riesgo.

-¿No existe la menor posibilidad de predecir la ocurrencia de un sismo?

-Eso es imposible. No hay manera de saberlo todavía. Quizás algún día la ciencia logre captar algunas variables dirigidas en ese sentido. Pero no son consistentes los esfuerzos que se han hecho de predicción sísmica. En China hubo alguna predicción acertada, pero no lograron repetir la experiencia. No hay tecnología para eso.

-Las previsiones a veces no funcionan y ni en Japón pudieron evitar que el sismo afectara una central nuclear.

-No se puede saber el momento de la ocurrencia del sismo, pero hay mecanismos probabilísticos para estimar las magnitudes de los eventuales sismos. Así, a medida que pasa más tiempo, se incrementa la probabilidad de ocurrencia y aumenta la probabilidad de un sismo de mayor magnitud.

-Entonces lo menos malo sería que el sismo ocurriera lo más pronto posible.

-Mientras ocurran sismos de menor magnitud se produce disipación de energía y se evitan los terremotos mayores. En Caracas, a 44 años del sismo del 67, podemos pensar que hay condiciones para que ocurran sismos importantes. Cuando uno estudia las estadísticas, las probabilidades de sismos y las leyes de recurrencia, (que nacen de toda la acumulación de información sobre la materia), puede preocuparse por la ocurrencia de un sismo importante, hoy, en Caracas o en la región central.

-¿Qué magnitud merece el término "importante"?

-Tú no puedes decir de qué magnitud, ni en qué lugar ocurrirá, pero ya ha pasado suficiente tiempo sin que se registre un sismo importante, tanto en el oriente, como en la zona central y los Andes. Puede ser de pequeña o gran magnitud, pero lo más probable es que ocurra en zonas cercanas a los sistemas de fallas fundamentales del país.

El Universal

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