El secuestro se ha incrementado en la mayoría de los países de Latinoamérica impulsado por organizaciones delictivas más tecnificadas, la corrupción, la impunidad, la poca cultura de prevención y la pobreza, dijo este viernes un experto.
"En América Latina el problema es muy grave. Es un delito muy violento que ha aparecido con recurrencia en casi todos los países, salvo en Chile, Uruguay y Costa Rica", afirmó Carlos Ramírez, presidente de la firma de seguridad Prisma Consulting Latinoamérica.
Ramírez participó en el XXV Congreso de Seguridad Bancaria "Celaes 2010", que concluyó hoy en Miami con la participación de 430 ejecutivos de 250 entidades financieras de 30 países.
El evento fue organizado por la Federación Latinoamericana de Bancos (Felaban) y la Asociación de Bancos Internacionales de Florida (Fiba).
En 2009, el número de secuestros en el mundo superó los 100.000 casos con México, Irak y la India ocupando los tres primeros lugares de la lista de los 13 países que confrontan este problema, de acuerdo con datos de la organización no gubernamental IKV Pax Christi, de Holanda, citados por Ramírez.
Casi la mitad de la lista está integrada por naciones latinoamericanas: México (1), Brasil (5), Ecuador (7), Venezuela (8), Colombia (9) y Haití (12).
"México es conocido actualmente como el país latinoamericano donde se corre el mayor riesgo de ser secuestrado", advirtió el mismo experto.
En Brasil, El Salvador y Colombia se observa un descenso en el número de casos como "consecuencia de políticas públicas más estructuradas y del mejoramiento de seguridad de las personas y empresas".
Las víctimas ya no son solo quienes tienen una posición económica elevada, ahora cualquier persona puede ser raptada, incluyendo los trabajadores de entidades financieras.
"Hoy tenemos casos aislados de secuestros de muchos días y de personas de alto perfil económico, pero la mirada de los pillos se ha colocado en los niveles medio y abajo de los estratos sociales. Se generalizó y hasta las personas que realizan labores domésticas son plagiadas", declaró Ramírez a los periodistas.
Ramírez alertó a las personas que "tienen una idea romántica del secuestrador profesional" que ahora los delincuentes comunes se han percatado de que es una fuente muy lucrativa para obtener dinero y, por lo tanto, los plagiarios son inexpertos y muy violentos.
"A veces son bandas juveniles que secuestran a adolescentes, muchas niñas, y piden cantidades muy menores, entre 1.000 a 5.000 dólares, comparado con lo que se pide con un empresario, y con resultados fatales", precisó.
Ante la explosión de la delincuencia en la región, agregó, los plagiarios secuestran de una a dos personas, las llevan a casas donde ya tienen a cuatro o diez secuestrados en diferentes habitaciones "e incluso se venden las víctimas a otros grupos delictivos".
En el caso de los empleados de entidades financieras, explicó que los directores y dueños de los bancos han avanzado en implementar medidas de protección y eso ha frenado en cierta medida el riesgo de ser secuestrados.
Pero no es el caso del resto de los empleados y la delincuencia tiene en su mira en los trabajadores de las áreas de gerencia e incluso empleados de las zonas operativas de los bancos.
Ramírez mencionó que otra modalidad de secuestro es el realizado a personas emigrantes y transmigrantes indocumentados que ha venido "aumentando de manera descomunal en la región, cuya característica distintiva es la extrema crueldad de quienes lo llevan a cabo".
Los emigrantes secuestrados en Honduras representan 67% del total de personas plagiadas en esa modalidad; en el Salvador, 18 por ciento, y en Guatemala, 13%.
En promedio, piden por ellos de 5.000 a 10.000 dólares.
Cerca de 9.194 emigrantes fueron plagiados por la delincuencia organizada; 35 por las autoridades y 56 por delincuentes comunes y autoridades, según datos divulgados por Ramírez.
Mas de 7.000 permanecieron en cautiverio en casas de seguridad en malas condiciones higiénicas, en bodegas, campamentos, hoteles y hasta en vehículos.
El experto destacó que el flagelo del secuestro parece avanzar tanto en Estados débiles como en regiones en conflicto donde los grupos subversivos o milicias con motivos políticos, así como la delincuencia organizada y los cárteles del narcotráfico, se "encargan de llenar los espacios abandonados por las autoridades".
El Nacional
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