¿Aceptará Santos una salida que no implique el cese del apoyo de Chávez a la guerrilla?
A estas alturas ya nadie debe considerar como un desatino la arremetida final de Uribe en contra de Chávez. La denuncia ante la Corte Penal Internacional, precedida de la presentación de evidencias sobre al apoyo a la guerrilla en la OEA, que en su momento lucieron como un pase de facturas personal, colocaron al Presidente venezolano en una difícil situación que puede significarle aislamiento, descrédito y sanciones, independientemente de la las decisiones que pueda adoptar el tribunal de La Haya.
Destemplada, extemporánea, irracional, fueron algunos de los adjetivos que le endilgaron al ex presidente Uribe por hacer, en la agonía de su mandato, lo que debió haber hecho muchísimo antes, pero el asunto se había banalizado hasta el hastío y se consideraba ya como algo normal que desde Caracas se le diera refugio, facilidades de paso, atención médica y apoyo económico a una organización acusada de narcoterorrista. En realidad las FARC y el ELN cumplían un papel desestabilizador en contra del Estado colombiano democrático, engranaban muy bien en los planes expansionistas de la pretendida revolución chavista y la comunidad internacional llegó a aceptarlo como un hecho consumado.
Pero el gesto postrero de Uribe, quien, sin embargo, llegó a hacerse la vista gorda durante mucho tiempo en aras de mantener el comercio bilateral (el arma con el cual Chávez lo chantajeaba), resultó una carga de profundidad que estalló en la línea de flotación del acorazado y éste hace agua, saca la bandera blanca, se come lo insultos contra Santos ("no me reúno con pitiyanquis y mafiosos) y se dispone a conversar con su odiado enemigo a la búsqueda un acuerdo.
La pregunta, entonces, resulta de total simplicidad: ¿aceptará Santos cualquier salida negociada que no implique el cese del apoyo venezolano a la guerrilla? ¿Permitirá que Chávez le siga insuflando oxígeno salvador a una organización que si se la combatiera en territorio venezolana estaría mucho más cerca de su liquidación? Por lo visto no. Santos, no se olvide, fue el brazo ejecutor de la guerra contra las FARC y a la hora de la verdad el rolo resulta mucho más halcón que el paisa.
Además, el tono conciliador de Chávez, sus críticas a las FARC y sus llamados a que dejen las armas, si bien forzados por las circunstancias (Kirchner y Lula lo deben haber convencido de la locura que significa persistir en una alianza tan problemática y dañina) tienen la sinceridad del hombre que se devuelve y se desdice sin la menor vergüenza, así como el descaro de quien vende lo que más querido para conservar lo único que realmente le importa: el poder.
El Universal / Roberto Giusti
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